Durante mucho años pensé que la mejor manera de torturar a alguien era acostumbrarlo a algo por un tiempo y luego quitárselo. Que la falta de cotidianidad se convirtiera en la peor ausencia, que extrañar una rutina se transformara en un "te extraño a ti". Pero no, no funciona así. Las costumbres y descostumbres corren con la misma rapidez y el "extraño cuando solíamos" sólo es un "recuerdo cuando solíamos", o nada. Y casi siempre es nada.
No existe tal cosa como mutuo acuerdo. Siempre es la idea de alguien implantada en el otro, engañarnos creyendo que nos beneficiará a los dos. Así fue como tú y yo llegamos a un acuerdo, seamos casuales. Soy casual y no te llamo. Eres casual y no me escribes. Soy tan casual que leo a diario el cuento que me regalaste cuando no éramos tan casuales. Dibujo diagramas de Venn y coloreo los sitios donde posiblemente nos veremos, donde casualmente nos veremos.
Entonces te pienso, te olvido y vuelves. Una, dos y diez veces. Me inquieto al pensar que puedas aparecer y me molesta esa incertidumbre.
Creo que prefiero acostumbrare a no saber de ti, incluso a veces estoy segura de ello.
Es simple, no me gusta ser torturada.
mira, tambien escribes y a mi me gustan los terminos que usas hehe
ResponderEliminarEso intento, gracias Herr :)
ResponderEliminarBravo, ¡BRAVO!!!
ResponderEliminarLa sonrisa gratis del sábado en la noche, gracias :)
ResponderEliminarHay veces que me gusta releer esto e imaginar que es conmigo.
ResponderEliminarPues, me ha encantado esto.
ResponderEliminar"Entonces te pienso, te olvido y vuelves." Así mismo pasa. Genial, Estefanía. :)
Wow, gracias Dani :)
ResponderEliminar