"Pero ahora quiero algo distinto. Algo mejor que la historia de las cosas que me sucedieron. Me gustaría escribir la historia de un alma, de ella sola, sin los sucesos en que tuvo que mezclarse, queriendo o no. O los sueños."

viernes, 4 de junio de 2010

Un heladito

Con una sonrisa entre huecos le dijo que le diera 30 y se los llevaba. Estábamos en un mercado de pulgas y Gabriel consiguió lo que hasta ahora había sido para nosotros la mejor oferta del día: un par de Adidas por 30 bolívares y en perfecto estado. Observo al vendedor, era un sujeto que no debía pasar de los 30, así como los zapatos. Luego de que Gabo había pagado me le acerqué y le pregunté el motivo de tan buen precio, esperando algún cuento macabro sobre un calzado con un pasado oscuro. La verdad es que se nos hace muy difícil vender los zapatos y la ropa, y pues como buscamos salir de todo, siempre ofrecemos el mejor precio dentro de lo aceptable en cuanto alguien echa un ojo, me explicó Martín, el vendedor, mientras que de vez en cuando se volteaba a mirar a los ojos a una chica de cabello castaño que tenía amarrada de su mano izquierda. Intuyendo de antemano la respuesta, le pregunté la causa de toda la venta. Es que nos queremos ir de aquí, del país; supongo que sabes como funciona, me dijo y besa a esa mano prisionera de Paula, la chica de cabello castaño, como reafirmando una promesa ya sellada.
Ya eran las 5 de la tarde y aún no refrescaba. Gabriel me sugiere que vayamos a comernos un heladito. Me despido de Martín con un apretón de manos y Paula con una media sonrisa. Gabriel va a mi lado feliz por su compra, pero yo no me siento del todo bien.

Estoy contenta por Martín y Paula y su promesa entre dedos cruzados, aunque la verdad es que me gustaría devolverme e invitarles unas cervezas para cuando terminen, conocerlos y que me cuenten de su vida, sus planes y sus sueños. Pero me voy con Gabo a comerme un heladito porque sé que ellos no están para eso. Sé que sólo quieren vender todo lo que puedan y marcharse a su casa que, con suerte, dentro de un tiempo dejará de serlo. Sé que lo que menos desean es acumular más amigos, fotos y recuerdos, que al final terminarán siendo lo mismo. Sé que mientras menos hilos suelten, más ligero es el vuelo.

Sé todo esto y lo entiendo, por eso me como un heladito con Gabo, por eso no les he preguntado sus nombres y sólo quiero creer que se llaman Martín y Paula. Por eso les sonrío y los dejo, porque estoy segura que si les hubiese invitado esas cervezas, las habrían aceptado. También estoy segura que nos habríamos caído bien y hasta podríamos habernos hecho amigos. Pero ellos no necesitan más gente que dejar atrás y yo no necesito más gente que me deje.
Por eso como un heladito con Gabo, para celebrar estos y todos los amigos que nunca tuvimos y nunca tendremos.

1 comentario:

  1. Tu cuento me puso sentimental, sigue escribiendo que me gusta lo que haces.

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