"Pero ahora quiero algo distinto. Algo mejor que la historia de las cosas que me sucedieron. Me gustaría escribir la historia de un alma, de ella sola, sin los sucesos en que tuvo que mezclarse, queriendo o no. O los sueños."

sábado, 24 de abril de 2010

Ortodoncia y 23 de abril.

A mi ortondoncista lo conozco desde hace mucho tiempo, mucho antes que naciera su hijo, que conociera a su esposa e incluso lo recuerdo con muchísimas menos canas que las que tiene ahora.
Asistía una tarde al mes a la consulta y al principio no me causaba mucha gracia porque tenía que perder una clase de tenis o de flamenco, dependiendo del día.
No era una ávida lectora, pero para entonces estaba sumergida en una historia de Enid Blyton sobre las aventuras de unos hermanos con una silla voladora. Recuerdo que el libro era bastante grueso, de color rojo brillante y me encantaba el sonido que producía darle golpecitos a las tapas duras.
Una tarde mientras iba con mi madre hacia el carro enseñándole el nuevo color de las ligas de mis brackets, vi en la vitrina de una librería que nunca me había llamado la atención un libro casi idéntico al rojo que yo tenía, pero éste en cambio era de color turquesa. Entré de inmediato a la tienda, tomé el libro y lo abrí. Tenía el mismo olor que mi libro y también unas pocas páginas con ilustraciones hechas a lápiz. Le di un golpecito a la portada y al escuchar el "toc toc" supe en seguida que debía que tenerlo.
La encargada lo guardó en una bolsa de papel y me regaló un marcalibros con un calendario. Yo no lo sabía, pero justo en ese momento di incio a una tradición que duró al menos los dos años siguientes en que tuve brackets, y es que cada mes al salir del ortodoncista, iba a inspecionar los estantes de aquella librería y podía elegir un libro con la condición de que ya me hubiera terminado el anterior.
Hasta ahora ese ha sido el período de mi vida en el que más he sido constante con la lectura. Descubría mundos nuevos que me parecían fascinantes y personajes que no parecían tener nada en común conmigo, pero con los cuales me sentía identificada.
Otra tarde, varios meses después, esperaba a ser atendida por mi ortodoncista mientras aprovechaba para leer un rato. Un señor de esos que van por la vida hablando con todo el mundo, se acerca a mí y me dice que es muy bueno que lea. Yo le regalé una sonrisa y él añadió "además, quien no tiene amigos es porque nunca ha tenido un libro". En ese momento no entendí lo que quiso decir, y lo tomé como cualquier comentario de un viejito chiflado.
Hace casi 10 años de cuando sucedió eso, pero no pasó mucho tiempo antes que las palabras de áquel viejito tomaran sentido. Los libros pasaron de ser un pasatiempo a ser parte fundamental en mi vida, mis mejores amigos.
Ayer fue el día del libro y la verdad no creo que los feriados hagan magia en la gente, pero supongo que funciona igual que el día de las madres: yo amo a mi madre todos los días del año y no tengo que esperar un domingo de mayo para demostrárselo; el día de las madres me parece una excusa coorporativa para los malos hijos, pero no por eso voy a dejar de felicitarla.
Me parecen maravillosas todas las inciativas que surgen alrededor del día del libro, pero no me parece justo que sea una celebración de un día, no me conformo ni siquiera con una semana. A pesar de mi inconformidad no puedo pasar por alto la fecha, pues los libros, así como mi madre, son una parte importante de mí.
Feliz día.

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